El divorcio es una situación difícil que afecta a todos los miembros que conforman la familia, desde los más pequeños hasta los adultos. Cada uno de los miembros se enfrenta a esta situación de forma diferente. Los hijos suelen ser grandes víctimas de la separación de sus padres. Es algo para lo que no se encuentran preparados y les rompe la estabilidad a la que estaban acostumbrados.
La idea de que los padres se separen implica un cambio en sus rutinas diarias, esta situación requiere ser planificada para que los niños puedan adaptarse sin verse totalmente afectados. Otro factor que influye es cómo se dé la separación de los padres, pues no es lo mismo una alejamiento pacífico y civilizado, que una separación problemática.
Lo que podemos decir y lo que debemos evitar:
Es importante que ambos padres le comuniquen al niño de manera clara que la separación no es culpa de él. Y luego, le permitan un tiempo para que asimile la noticia. Expliquen y respondan todas las preguntas que el niño les haga. Puede ser que al momento de la noticia los más pequeños no se noten afectados, pero poco a poco irán entendiendo la situación.
Permítanles a los niños expresarse libremente, eviten imponerle sus ideas o sentimientos sobre el otro conyugue. Dejen que los niños tengan la libertad de decir lo que sienten hacia su otro padre, si lo extrañan, si tienen miedo, si temen que lo abandone, etc. Escúchelos atentamente, provéales de apoyo y evite enojarse, regañarlo o anular sus sentimientos por lo que su hijo exprese. No entre en luchas de poder por el papel de mejor padre, por el contrario, emitan un mensaje de unión a sus hijos cómo padres, aunque ya no sean pareja.
Es sumamente importante que los padres ante esta situación y el dolor por el que los hijos pasan eviten calmarlos con regalos u objetos materiales. Lo importante es dar tiempo de calidad a los hijos; establecer una relación sólida con ellos a través de pasar momentos juntos. Compartir tiempo de calidad, les generará un sentimiento de confianza en ellos mismos y su entorno, lo que les permitirá sobrellevar esta situación de forma menos dolorosa.
Trate de mostrarle a su hijo los aspectos positivos de esta nueva situación, se trata de que su hijo aprenda a ser feliz con lo que está sucediendo. Sin importar qué edad tengan los hijos, la noticia de la separación de los padres es impactante y dolorosa, pues implica un cambio en la propia estructura de la vida, incluso aunque no vivan con ellos, supondrá un cambio en las rutinas.
La edad que tiene el niño cuando se entera que sus padres ya no serán pareja es un factor determinante.
Cristina Noriega, doctora en Psicología y autora de “Divorcio. ¿Cómo ayudamos a los hijos?”, explica las diferencias en las reacciones emocionales según el momento evolutivo de los hijos.
Niños hasta dos años: Desde el nacimiento, el bebé empieza a confiar en los adultos, según los cuidados que va recibiendo. Siendo tan pequeños, los niños no logran entender que es un divorcio. Sin embargo, en esta etapa de la vida los niños son muy sensibles y cualquier cambio en el ambiente lo perciben. Son capaces de sentir la ausencia de uno de los progenitores, lo cual crea angustia, manifestado por el llanto intenso e irritabilidad, alteración del sueño y alimentación.
Lo mejor para esta etapa es que el niño tenga contacto habitual con sus padres. Mostrar confianza, mantener rutinas y hábitos lo más consistentes posible.
Niños de dos a tres años: En este momento el niño se encuentra inmerso de adquisición de hitos, caminar, control de esfínteres, habla, sueño, por lo que podría mostrar retraso o dificultad en la adquisición de los mismos. En esta etapa son conscientes de las emociones que manifiestan, ira, rabia, tristeza, pero no saben cómo manejarlas.
Podrían fantasear con la idea de que sus padres volverán a estar juntos, ante la incapacidad de entender lo que pasa. En esta etapa es importante que el padre le reasegure a su hijo que lo quiere. Permitir el contacto con ambos padres, compartir actividades de juego con el niño para que pueda expresar lo que siente.
Niños de 3 a 5 años: En esta etapa suelen hacer bastantes preguntas. Desarrollan su actividad, imaginación, cuentan historias. También son egocéntricos, sienten que todo lo que ocurre a su alrededor tiene relación con ellos “papá y mamá, se han separado por culpa mía”. Igualmente es una etapa en la que experimentan miedos y se vuelven posesivos con los padres.
En esta etapa es importante corregir posibles interpretaciones erróneas sobre la separación de sus padres. Hay que insistir en que la culpa no es de ellos, pues papá y mamá no les van a abandonar.
Niños de 6 a 12 años: esta es una etapa en la que el niño está más dedicado a sus responsabilidades escolares. Se vuelven más sensibles a las emociones propias y ajenas. Tienen mayor capacidad para entender lo que es un divorcio, aunque no suelen expresarlo por miedo a preocupar a los padres, temor al rechazo o sentimientos de culpa.
Este niño podría tener pesadillas, regresiones, sentirse abandonado, sentir tristeza o rabia.
En dicho momento es importante mantener el contacto con el colegio para informarles sobre la situación. Y al niño hacerle saber que sus padres no lo van a abandonar y hablarle con la verdad.
Adolescentes: en esta época el adolescente atraviesa una búsqueda de su propia identidad. Un divorcio en esta etapa de vida es complicado, porque ellos necesitan sentir seguridad, por eso es frecuente que pongan a prueba a sus padres, para confirmar que hay límites y que van a mantenerse a su lado. Si el ambiente en casa no es seguro, el adolescente puede sentir miedo, soledad y buscará la seguridad que necesita en grupos de iguales. Muchos podrían expresar sus emociones sobre esta situación a través de la ira o la hostilidad.
El adolescente en sus esfuerzos podría tratar de juntar a sus padres nuevamente a través de ruptura de normas o quejas psicosomáticas (dolores de cabeza, dermatitis, malestares, etc.), podría presentar problemas académicos.
En medio de toda la situación no hay que convertir al hijo en pareja, padre o confidente. El divorcio es una situación difícil para todos los miembros de la familia, lo que implica un quiebre de la estructura existente y un reacomodo. Los padres podrían hacer esta situación menos dolorosa, dependiendo del manejo que le den.