Cólico se define como llanto excesivo. Es el término utilizado cuando los bebés lloran mucho más de lo habitual durante sus primeros tres meses de vida sin una razón aparente, y es uno de los problemas más preocupantes durante la infancia, para el niño, para los padres y para el personal de salud.
Lo normal, es que un bebé pueda llorar hasta dos horas por día, pero los que tienen cólicos generalmente lloran más de tres horas (no seguidas), y más de tres días a la semana.
Los cólicos son extremadamente comunes, la causa no está bien definida. Pueden presentarse hasta en un 40% de todos los recién nacidos. Inician entre la tercera y sexta semana de vida. Se presentan igual en hombres o mujeres, en bebés alimentados con fórmula o leche materna, si son a término o prematuros. Por lo general, mejoran alrededor de los 3-4 meses de vida (hasta un 90%), pero pueden tardar un poco más. Los episodios de cólico generalmente empiezan de repente y suceden al anochecer.
El llanto por cólicos es distinto al normal del bebé, porque es más alto y de un tono más agudo, los padres no logran consolarlo, el bebé puede tener la carita roja con la boquita pálida, tener el estómago duro, las manos y los pies fríos, los brazos rígidos o la espalda arqueada durante un episodio de cólico. El bebé es casi imposible de calmar durante el episodio y pueden aliviarse luego de que el bebé canalice gas o defeque.
Además, los bebés pueden llorar más de lo normal cuando están con dolor, enfermos, hambrientos, tienen demasiado calor o frío, o están muy cansados o sobre estimulados. También pueden llorar más de lo normal si son alérgicos a la fórmula láctea o a alimentos presentes en la leche materna (los alimentos que la mujer come pasan al bebé a través de la lactancia). La sensibilidad a alimentos se puede sospechar cuando hay exceso de vómito, diarrea o brotes en la piel (eccema).
La meta del manejo del cólico es disminuir el llanto del bebé y mejorar la dinámica familiar por la angustia que se forma en torno a él, dado que genera frustración, enojo, culpa, cansancio y desesperación por no poder calmar al bebé. Estos sentimientos son normales y no indican que los padres sean incapaces. También es importante que el padre o cuidador se pueda “dar un tiempo a solas” para despejarse un poco y que pueda actuar después de una forma mas calmada.
¿Qué puedo hacer para que mi bebé deje de llorar?
No hay una forma única, cada bebé es distinto, pero se pueden intentar diferentes estrategias:
- Usar un biberón que evite que su hijo trague mucho aire.
- Alimentar al bebé sentado.
- Llevar al bebé más tiempo en brazos, en un portabebé o coche.
- Dar un paseo en carro.
- Bañar al bebé con agua tibia.
- Poner al bebé en una hamaca.
- Envolver al bebé (como un “tamalito” pero sin tallar las piernas)
- Poner al bebé cerca de alguna fuente de ruido ambiental (ruido blanco).
- Masajear área del estómago.
- Utilizar una chupeta (“pacificador”)
¿Qué es anormal?
Que el bebé tenga fiebre, llanto durante más de dos horas sin parar, ausencia del apetito o vómito. Si presenta evacuaciones con sangre o que no gane peso de forma adecuada.
Mitos
Los niños no puede manipular a sus padres con el llanto. No es posible “malcriar” a un bebé por alzarlo mucho o tratar de calmarlo. El cereal de arroz en la leche no mejora el cólico. Y la simeticona y lactasa no han demostrado mejorar el cólico.
Definitivamente, los cólicos del recién nacido generan muchas dudas y angustia. Además, no hay un método único y definitivo para eliminarlos. ¡La buena noticia es que es solo temporal!