No exageramos al decir que los primeros 7 años de vida de una persona determinarán los hábitos y patrones de todos los años posteriores. Sólo en los dos primeros años de vida aprendemos a: hablar, comer, sentarnos, caminar, ir al baño, entre otras tareas básicas.
La actividad del cerebro en esta etapa se destaca por la plasticidad cerebral (facilidad de adaptación). Es como si estuviéramos “configurando” a esa nueva persona. Desde este punto de vista, no se puede minimizar el ambiente, actividades, influencias y toda práctica que se genere o se carezca en esta etapa tan importante.
Es por lo que la estimulación temprana es tan importante en los primeros años del niño. Ésta es una especialidad que acompaña a la pediatría en el adecuado desarrollo del cerebro y en consecuencia las habilidades que el bebé pueda adquirir en toda su vida.
¿Cómo se lleva la estimulación temprana?
Requiere de una planificación integral de estímulos y actividades con el objetivo de lograr el desarrollo y correcta implementación de un patrón o hábito adecuado en el niño (a). Esta planificación es determinada por un profesional que luego de valorar al bebé, puede determinar las áreas a desarrollar en su adecuado nivel de intensidad y acorde a la capacidad del pequeño (a), su entorno y cuidadores.
La estimulación debe ser ejecutada por un cuidador cercano (padres de familia principalmente) de manera que el niño se sienta dispuesto, para lo cual, el profesional de estimulación temprana debe capacitarlos.
¿Dónde se debe llevar a cabo la estimulación temprana?
La estimulación debe ser parte de la rutina del pequeño, para que adopte rutinas de orden y secuencias que posteriormente llegarán a ser periodos de atención sostenida (por ejemplo, cuando llegue a edad escolar y deba recibir una clase de cierta duración en la cual debe estar atento).
En algunas ocasiones podrá tener actividades al aire libre, con o sin objetos especiales. Las cosas cotidianas pueden resultar instrumentos muy valiosos cuando de estimulación se trata. Por ejemplo, verter agua en recipientes de variado tamaño, usar el colador de la cocina, jugar con luces de navidad con un ojito cubierto… pueden hacer gran diferencia.